En casa con Hoyt

Acabábamos de llegar a la que era mi casa, y como dos niños fuimos correteando hasta el porche, allí abrí la puerta con las llaves que había dejado debajo del felpudo y entre de la mano de Hoyt. Estaba tan feliz. ^^

Suavemente, me acerqué a él. Nos besamos una, dos e incluso tres veces, mientras yo me inundaba de alegría. Estaba tan feliz de haber conocido a un chico como Hoyt.

Me sentía como en una nube, allí estábamos, él y yo. Juntos. Solos. Besándonos. Sin lugar a dudas, aquello era muchísimo mejor que estar en una nube.

Todo era perfecto hasta que empecé a sentir algo punzante en mi boca... Oh, no, no jodas... ¡Ahora no!
Casi automáticamente me aparte de Hoyt, mientras que con las manos tapaba mis colmillos, tan inoportunos, ¿por qué diablos salían ahora? no lo entendía.
-Oh, dios mío-balbucee apresuradamente por detrás de mi mano.

Con el ceño fruncido y algo asustada de que saliera corriendo por la puerta, aparté poco a poco la mano de mi boca, mostrando los, en ese momento, tan odiados colmillos.
-¡No tengo ni idea! ¡Se supone que no deberían salir solos!-casi grité, enfurecida conmigo misma. En ese momento me moría de vergüenza.

Me sonrojé. OFF: Ok, no sé si los vampiros se sonrojan xD ON:
-Pues... No lo sé... Puede. No estoy segura-balbucee. Estaba muerta de la vergüenza.

-Buenooo... La verdad es que la mitad de las veces no escucho a Bill cuando me habla, ya que siempre me trata como si fuera una niña pequeña-confesé avergonzada. Quizás debería haber hecho más caso a sus explicaciones... A buena hora me arrepentía. Si cada vez que me excitara me iban a salir los colmillos, menuda faena.

Respiré hondo durante aproximadamente un minuto, intentando calmarme.
-Creo que ya estoy mejor. Me siento como una boba, pero ¿que más da?-reí levemente y me acerqué de nuevo a él. Con los colmillos desplegados seguí besándole apasionadamente.

De repente, sentí el sabor de la sangre en mi lengua... Sin darme cuenta, por instinto, lamí por unos momentos, pero... ¿Qué demonios estaba haciendo? Era Hoyt, le quería, y no podía hacer eso por que si lo hacía quizás (casi seguro) se me iría de las manos. Reaccioné y me a parte a velocidad vampírica.
-Yo... Hoyt lo siento, no-no me he dado cuenta-balbucee, abrumada por la culpa.

Mire el gran reloj antiguo que había en el salón de Bill.
-Oh, mierda, las seis. Quedan exactamente 45 minutos para el amanecer-bostecé, dediqué una espléndida sonrisa y le lancé un beso en el aire a Hoyt antes de que se fuera, y con un tímido "hasta la vista" se marchó. Luego me dirigí hacía la sala dónde se encontraba mi "cama". Estaba deseosa de verlo al día siguiente. No pude evitar quedarme profundamente dormida mientras pensaba en esos momentos mágicos que habíamos pasado juntos. Con un final un tanto extraño, eso sí. No podría vivir conmigo misma si le hiciera daño a Hoyt.